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Relato corto: EL INICIO DE LA NAVIDAD

EL INICIO DE LA NAVIDAD Hace muchísimos años la navidad no era como la conocemos hoy en día, las calles eran tristes, bañadas en un tono gris, envueltas en lo faltante de sonrisas de los niños que se escondían en casa junto a sus padres todo el mes de diciembre, esto por culpa Gullit; un ser despreciable, grande y gordo con una barba enredada entre las marcas de amargura en su rostro, ojeras pronunciadas por falta de sueño y tal vez por todo ese llanto que algún día acapararon sus ojos y gota tras gota empezaron a hundir debajo de los mismos, dejando un acantilado oscuro como su alma. Nadie conocía de donde provenía ese odio inmenso hacia la sociedad; dicen que brotó al ser abandonado por sus padres cuando era niño, otros le echan la culpa a la vida misma que se portó como una cretina al darle ese destino de soledad, que lo fue vistiendo de oscuridad. Se decía una y otra historia, pero nadie le preguntaba cuál era la verdad. Absolutamente nadie sabía que él se
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RELATO CORTO: Superando barreras

Superando barreras La hermosa ciudad de Ámsterdam fue el lugar idóneo para el primer aniversario de Eli y su esposo; paseos en bicicleta, degustar la variedad de comida, ir a los museos, caminatas enchamarradas por el fuerte viento que comenzó a brotar afilando sus cuchillas que golpeaban en esta pareja joven, fueron parte de esa aventura por esta ciudad europea. Una mañana cuando salían del hotel, Eli empezó a sentir un gran dolor en su muela, era tan intenso que la hacía revolcarse en el suelo, el llanto nació con cada grito de dolor que atormentaba su mandíbula. Su marido salpicado en susto intentó ayudarla con unas pastillas, pero era inútil, el dolor iba ascendiendo a cada minuto, era un sentir como esas cuchillas del viento golpeando la piel, pero todo en su boca, esa boca que no podía ni abrir, en donde las palabras se perdieron por esa explosión de dolor que les impedía continuar su camino para ser escuchadas. Su esposo buscó un consultorio dental, al llegar

Relato corto: SIN TI

SIN TI Ya no quiero estar contigo. Fueron las últimas palabras que escuché de tu voz, luego el sonido de la puerta al cerrarse y mi mundo cayó, nunca más volví a verte, por más que quise buscarte, me quedé en intentos, el miedo me cobijó siendo como pesas en mis piernas para no moverlas. Desde ahí el verano se hizo invierno, el otoño no volvió a deshojar, la lluvia salpicaba sin mojar y la primavera marchitó, ni las flores pudieron colorear mi mundo que a tu partida se pintó de gris con vientos mezquinos que no me han dejado sonreír, porque la vida no es vida sin ti.  La mayoría de los días el insomnio se bebe mi sueño, el deambular por las calles es un hábito que cogí, como perro callejero avanzo por diversos senderos, esperando a que pase algo con mi vida para darme cuenta que estoy vivo. Y una tarde cualquiera, sin nada extraordinario, con la caminata diaria al ritmo del Sol al ocultarse por el horizonte, vi ese color cenizo de tus ojos, otro peinado, distinta ropa, per

Relato corto: "Una familia, dos mundos"

"Una familia, dos mundos" Después de 52 años descubrí el porqué del trato amargo de mi padre, de ese deseo de separarse de su familia, el cual yo había comprendido erróneamente todos estos años, porque lo que quería no era alejarse de nosotros, más bien, era estar con todos. Mi padre fue un asturiano con corazón de rojillo que retó al franquismo buscando una mejor España. Esta lucha lo llevó a sufrir grandes pérdidas como la de sus hermanos y una que marcó su vida fue el dejar a su esposa e hijos. Al ser exiliado llegó a un pueblo africano y por medio de cartas se comunicaba con su esposa Manuela, una mujer que sacrificó todo por darle a sus hijos un techo en medio de la desgracia, que calló ante los militares para no confesar donde estaba su marido, sufriendo diversos tratos grotescos que no valen la pena recordar por medio de estas letras, pero era un sufrir interminable, viviendo en la miseria absoluta por los estragos de la guerra. Siendo esas cartas

Relato corto el silbatazo final

EL SILBATAZO FINAL Todos tenemos un talento, en la mayoría está oculto y son pocos los que logran encontrarlo, diferenciándose de los mortales. Luis Echeverría, era hijo de uno de esos que estaban embriagados con un don. El Gran Echeverri, delantero en los setenta que la rompía, hacía magia con un balón de fútbol, regateaba como nadie en la historia del balompié y metía goles entrañables. Luis al tener la misma sangre, creían que también el mismo talento, sin embargo, en él estaba bien escondido. Era malísimo para el fútbol, por más que luchó sus intentos quedaban en la agonía dentro de la cancha. Y fue así como dio un giro su vida dejando el uniforme de un equipo para vestirse de negro. Sí, Luis se convirtió en árbitro, su arduo trabajo y conocimiento de este deporte lo llevaron a pitar en primera, sin imaginar lo que representaba ser silbante en el azteca, en un juego entre el equipo más odiado que se encontraba devastado por el mal torneo anterior, continuando en éste con

Relato corto: Sonríe

Sonríe Ramiro es un señor de 55 años, barba estropeada, tez morena y delgado como un fideo, en general de aspecto deplorable por empaparse de vicios. Pero tiene un talento, sus manos se manejan por si solas, con ellas dibuja inimaginables paisajes, retratos parecientes a fotografías, infinidad de cosas logradas con un lápiz y una hoja de papel, aunque ganaba más haciendo caricaturas de los turistas que acaparaban la ciudad los fines de semana. Y ahí, en la calle principal, sentado en un bote, dejando en el suelo una tela cubierta de todos los retratos que ha hecho esperaba que le llegaran los clientes. Estos se acercaban, pero la actitud déspota de Ramiro los hacía irse con la molestia reflejada en sus rostros. Nunca tuvo tacto con las personas, su mundo de vicios lo aisló del poder entablar una plática con alguien, y tenía un enojo con la vida escupiéndoselo a cualquiera. Pocos turistas le compraban,  los suficientes para poder mantenerse, sin embargo, el enojo seguía laten

¿Quién soy?

¿Quién soy?  Si no sabes de mí como yo sé tanto de ti, escucha mis palabras cuando revientan en las piedras y ese olor a playa cuando mi brisa entra hasta tu alma al respirarla. Y si no me tienes cerca, empápate de mis historias, sumérgete en ellas como el sol lo hace cada día iluminando mi andar hasta que llega la hora de descansar, enrojeciendo mi cuerpo con su reflejo cansado de su jornada laboral, para dar paso a las estrellas que me envuelven por las noches, resguardadas por la luna que como espejo me utiliza poniendo su huella en mi postal. No sólo de ellos me visto, pues del cielo me tiño con bastos tonos de azules que dejan ver lo profundo de mi ser, oscureciendo en las madrugadas al igual que el firmamento, ocultando todo lo que hay bajo mis aposentos. Me considero calmo la mayor parte del tiempo, pero a veces la bravura la saco a galope, intimidando a ustedes, que, con sus bestias de acero navegan en mis tierras sin perder el porte. Sí, conozco al hombre des