Superando barreras
La
hermosa ciudad de Ámsterdam fue el lugar idóneo para el primer aniversario de
Eli y su esposo; paseos en bicicleta, degustar la variedad de comida, ir a los
museos, caminatas enchamarradas por el fuerte viento que comenzó a brotar afilando
sus cuchillas que golpeaban en esta pareja joven, fueron parte de esa aventura
por esta ciudad europea. Una mañana cuando salían del hotel, Eli empezó a
sentir un gran dolor en su muela, era tan intenso que la hacía revolcarse en el
suelo, el llanto nació con cada grito de dolor que atormentaba su mandíbula. Su
marido salpicado en susto intentó ayudarla con unas pastillas, pero era inútil,
el dolor iba ascendiendo a cada minuto, era un sentir como esas cuchillas del viento
golpeando la piel, pero todo en su boca, esa boca que no podía ni abrir, en
donde las palabras se perdieron por esa explosión de dolor que les impedía
continuar su camino para ser escuchadas.
Su
esposo buscó un consultorio dental, al llegar ahí, el dentista les dijo que la muela
estaba perfecta, que ese dolor no provenía de su dentadura. Sorprendidos fueron
directamente a un hospital, ya que el dolor seguía creciendo, así como la
angustia vestida en lágrimas que salían a chorro por los ojos de Eli. Luego de
una ardua revisión, las palabras del doctor tuvieron el mismo sentir de ese
dolor de muela.
Cáncer,
esa corta pero fuerte palabra tocó el oído de Eli y vivió en su cabeza como una
tormenta que no ve su final. Todo lo que había construido se venía abajo. Era
tan joven y una maldita enfermedad quería arrebatarle la vida. A ella no le
importaba perder su belleza física, sabía que, al quitarle el hueso de la
mandíbula su trabajo de modelo se iría con él, lo que ralamente anhelaba era vivir.
Por lo que buscó dentro de ella una fuerza, que no tiene explicación, esa que
uno no sabe que sostiene dentro y en momentos difíciles aparece de golpe, sin previo
aviso haciéndote luchar ante las adversidades, en el caso de Eli para
desaparecer ese cáncer que la carcomía.
El
apoyo incondicional de su marido era latente por lo que esa fuerza fue
incrementándose, sin embargo, una barrera se interpuso en el camino,
devastándole el corazón a Eli. Las palabras del doctor giraban dentro de Ella,
estrujando su estómago con sólo pensar la posibilidad de perder a su bebé, sí,
estaba embarazada, su primer hijo, su mundo. Y la única solución para someterla
a un tratamiento que la liberaría del cáncer era que abortara. La tristeza se
reflejaba en su sentir, debiendo elegir entre su vida o la de su pequeño
Valentín. No dudó en sacrificar su propia vida, pero al ver esa mirada
quebradiza de su marido, la cual le decía que ella era esa pieza del
rompecabezas que se conectaba a su corazón. Eli volvía a pensar las cosas, una
y otra vez. Las horas eran una bomba de tiempo, tenía que tomar una decisión lo
antes posible, al no tener una clara respuesta, aceptó lo que le depare el
universo; si el destino de su hijo era nacer, llegaría al mundo.
Pasaron
las semanas y con ellas esa angustia que repicaba en la vida de Eli, quedando
en el pasado, guardado en un recuerdo que nunca más quisiera recordar, y una
luz iluminó su rostro que se bañó de sonrisas al sentir que existen los
milagros. Una cesárea, era el sinónimo de milagro para Eli, a pesar de que faltaban
10 semanas para la fecha prevista del nacimiento de Valentín, esta opción era
la única que podría salvar a su hijo. Por lo que dejó su vida a un lado,
sacando los dotes de una mujer que desea ser madre, pues pasara lo que pasara con
ella, al final le daría a su esposo el mejor regalo que tiene su esencia.
El
tiempo fue eterno en el quirófano hasta que el llanto de Valentín acarició el
oído de Eli y en ella brotaron lágrimas de felicidad que no opacaron lo próximo
que se venía…Luchar por no morir. Fueron dieciséis horas de sacrificio en las
que colgaba de un hilo su vida, pero el saber que la esperaba su marido e hijo,
resistió todo como una guerrera y pese a
perder la mayor parte de su mandíbula pudo sobrevivir a esta infernal enfermedad,
que intentó quitarle todo, marcándola con cicatrices que se convirtieron en el
reflejo de una mujer fuerte que pelea ante todos los infortunios, haciéndola más
bella que antes, esa belleza que se pintaba en sus ojos al retomar su carrera,
al tener una hermosa familia y una historia que contar.
Excelente relato, me gustaría promocionarlo en RelatoCorto.com, en caso de estar interesado visita
ResponderBorrarhttps://goo.gl/8USqfW
Hola Sebastián, si con gusto, ya habíamos hablado con respecto a otro relato del silbatazo final. Cuando lo suban a tu sitio me mandas el link, saludos
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